Soldado israelí apuntando a un niño palestino.
El presente trabajo es el de un hombre ajeno a las letras. Reúne un conjunto de versos y cuentos catárticos escritos durante mi juventud, entre el 2003 y el 2008...
La nieve duerme junto a los cerros callados. En la ciudad, silban los rieles ateridos. Ella canta. Es el epicentro de la inmensa noche. Sus amigas también cantan, y entre frazadas se envuelven felices...
Mientras la mujer de sus sueños se acuesta con otros hombres y las playas se llenan de preservativos, él reprime el impulso de cortar con una lámina de acero la nariz que deforma su rostro y las orejas en forma de radar...
Ella necesita hundirse en la ciénaga. Al regresar recupera el control. Es una quimera. Se hunde y recupera el control. Colecciona recuerdos y duerme. Afuera llueven escombros de un mundo en derrumbe. Es una quimera.
La pastilla cae y flota sobre el hielo. Pronto se disolverá en el brebaje. Ya no habrá que ver alegrías. Ya no habrá que soportar tristezas. Los labios amados junto a otros labios, las penurias detrás del rimmel, o los que mendigan su soledad...
Todos sabemos del peligro de no sentir nada. Las decepciones transforman el corazón en piedra. Desvestir la muerte, o por fin desvestirte, y mirar con los ojos de siempre. Desvestir la muerte, o jamás desvestirte, y mirar con los ojos de siempre.
En nuestro reino los bueyes caminan una y otra vez en busca de agua, pero nunca la encuentran. Entonces dejan de ser bueyes, porque mueren de sed, pero al cabo de unos minutos resucitan, y la historia se repite. No sólo con los bueyes...