CCXVII Arn no volvió a ser el mismo desde aquel día. probablemente fuera resultado, como había esperado Balduino, de constatar, a través de los Leprosos, que había estado lamentándose por nimiedades. No era que, pasando de un extremo al otro...
CCXVI Arn se llevó tamaño susto al ver a los Leprosos saliendo de la cueva, cubiertos por tétricos mantos e infinidad de vendajes. Por supuesto, en la fría Andrusia la lepra se conocía sólo a través de referencias bíblicas...
CCXV Cuando al día siguiente Wjoland y Hrumwald escucharon los golpes en la puerta de la casa de Herminia, adonde vivían con la anciana, seguían dudando de quién sería la tercera persona a la que se había referido Balduino, y se preguntaban...
CCXIV Así las cosas, un atardecer Hrumwald se apersonó en Vindsborg, trayendo a Wjoland en la grupa de su caballo blanco. Parecía a Balduino que hacía siglos que no los veía...
CCXIII El pelirrojo podía tolerar o manejar muchas cosas. otras sólo las podía entender, pero sólo eso ya era algo. Lo que no podía tolerar, manejar o comprender, pese a intentarlo de todas las maneras habidas y por haber...
CCXII Balduino se veía forzado a complejas asociaciones mentales, a primera vista inconexas unas con otras, para intentar aproximarse a la no menos compleja mente de Adam. Ursula consideraba abominable a este último...