Vuelve esa mañana fría, de desolación. Con las filas pobladas de problemas, de sellos y laberintos. Las penurias del que tose, el silencio de la morfina, el terror del que sabe, la congoja y la agonía. Vuelve esa mañana fría, y una multitud silenciosa.
Cuando el desastre sometió al programa, y sucumbí en las mazmorras del terror, el cielo igualmente renació. En otra tierra, en otro siglo, en otro hombre. Con la fuerza de lo necesario se dejó ver, y el programa sometió entonces al desastre...